Neuquén, 01 de abril de 2015

La noticia vino rebotando de persona en persona, gritada, susurrada, con bronca, con llanto, pero firme y pertinaz. Vino en andas de la gente desde arroyito a Neuquén sin necesidad de medios electrónicos. Llegó antes incluso que las imágenes que confirmaban la represión y la muerte de un compañero docente.

Algunos estábamos en la calle marchando por la avenida Argentina. Otros en las escuelas cuando nos enteramos y comenzamos a mirarnos con la certeza de que algo había cambiado, que algo se había roto en lo profundo. Que ser docente y reclamar por mejoras salariales ya no iba a ser nunca lo mismo. Había muerto un compañero, había sido asesinado por la represión policial que ordenó (y luego justificó) el poder político.

Desde el primer día los y las docentes de Escuelas Privadas fuimos uno más de los miles que marcharon por la ciudad y acamparon en las plazas, nos plantamos frente al discurso descalificador de padres y empleadores, porque sabíamos que no había proyecto pedagógico posible si antes no se hacía justicia. 

Teníamos fresco el recuerdo de la represión del 2001, pero este muerto era distinto. Quien no lo conocía personalmente, conocía a alguien que lo había conocido. Este muerto nos interpelaba uno por uno, era incómodo, nos sacaba de la discusión intelectual y nos reclamaba pasar a la acción, tomar las calles y hacernos escuchar. Carlos Fuentealba nos pedía que nos uniéramos y eleváramos la voz. Y así lo hicimos. Las tizas se habían manchado con sangre. 

Compañeros y Compañeras docentes este sábado 4 de abril tenemos que estar nuevamente en la calle exigiendo justicia y que se terminen las persecuciones de parte de los empleadores a los docentes de escuelas privadas por participar de la marcha. Si estamos unidos no van a poder acallar nuestra voz, a 8 años de su asesinato Carlos Fuentealba está presente.

COMISIÓN DIRECTIVA

SADOP – Neuquén